viernes, 23 de octubre de 2015


En su momento Carmen Dolores nos pidió que escribiésemos unas letras en dónde explicáramos cómo fue nuestro paso en todos estos meses por la experiencia vivida. Está claro que, como tantos somos tantos comentarios y, en muchas cosas coincidiremos y en otras no tanto. 
Somos un grupo heterogéneo en edad, profesiones y demás pero somos a la vez homogéneo en inquietudes acerca de nuestros orígenes y nuestra historia. 
En un principio estos escritos eran para después de la Rueda de Prensa.
Pero nos hemos adelantado.
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Jose
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MI PASO POR LA VERDAD

No voy a nombrar en este escrito nada referente a las cosas halladas en todo este tiempo. No porque no quiera dar mi opinión, que es incondicional a la veracidad de dichos hallazgos, sino que quiero centrar más mi visión de paso por toda esta singladura en las personas y las relaciones.

Ya comienza a ser un buen tiempo que estando en la terraza de una cafetería, llegó a mis manos un artículo que nombraba a una mujer que había encontrado un gran hallazgo aborigen. 

Siempre, desde pequeñito, nunca comprendí que esos habitantes que poblaron nuestras islas, no hubiesen sido más importantes de lo que nos contaban. Eran gente que en mi cabeza, en sucesivas acampadas, excursiones y demás visitas al campo, como en mi tierra llamamos a todo lo que está más allá de los núcleos poblacionales, vivían en ese entorno maravilloso, que eran nuestros barrancos, nuestras cuevas, nuestras costas y nuestras cumbres. 

Pero resulta ser que mi primer contacto se resumió a ver una gran colección de cráneos en vitrinas expuestos en el Museo Canario de Las Palmas, siendo un rabujo, en una visita cultural del cole, allá por los comienzos de los ochenta. Aparte de eso, y de las momias, alguna reseña de cómo hacían el gofio y cómo construían sus viviendas. 

Pero algo no cuadraba, algo no terminaba de encajar en mi cabeza, ya que nos vendieron la imagen de un pueblo retrógrado, que gracias a la conquista de los libertadores castellanos, en nombre del catolicismo, nos liberaron de dicho atraso.

Entre todos esos restos, había cráneos con trepanaciones. En otros, aparte de esos agujeros craneales existían huesos soldados que daban a entender que sobrevivieron a esos golpes u operaciones. También había momias. Y también había reproducciones de viviendas.

Algo no funcionaba bien, ¿un pueblo que hacía gofio, diferenciándose del resto de pueblos del mundo, tostando primero el cereal antes de molerlo para así darle mayor perennidad?. ¿Un pueblo que construía viviendas dignas?. ¿Un pueblo que momificaba?...

Nada me cuadraba en la cabeza, pero de eso no me di cuenta sobre la marcha, era tan sólo un niño, que con los ojos abiertos a no poder más escuchaba atentamente todo lo explicado en aquellas visitas a centros de cultura aborigen, como la también La Cueva Pintada de Gáldar.

Pasan los años y no prestas atención al tema sino en contadas ocasiones cuando, como ya expliqué en algún artículo, uno se imaginaba qué bonita fue la vida de esos habitantes que nos legaron un entorno intacto. Por el contrario, nosotros dejaremos como herencia a nuestros descendientes una verdadera atrocidad paisajística.



Cómo les conté, después de leer ese artículo, que no logro recordar de qué medio de comunicación era, se despertó en mí ese interés de aquel niño que nunca se estaba quieto en ninguna excursión colegial sino en aquellas referentes a nuestros antepasados. Desde pequeño ya había algo en mí que no sabría describir.




Desde mi facebook la busqué por su nombre y comenzó el cambio. Comencé a leer primero, luego algún comentario aislado y, poco a poco, un enganche que aún me dura.

Pasaban los días y leyendo los diferentes comentarios que se generaban en dicha plataforma iba en crecimiento mi interés en el tema. Comentaba, respondía, leía y en general iba cada vez participando más activamente en todo este tema.

Me dije que tenía que tratar de contactar con aquella mujer. Ella estaba inmersa en aquella época, en restaurar y recuperar unas fuentes en Ifonche y mostraba a todos, por como se dio a conocer (plataforma de facebook), cómo llegar a dicho lugar. Detalladamente explicaba paso a paso la ruta a seguir. 

Un día me dije: “tengo que bajar a ver eso, a ponerle imagen física a todo ese entorno y si de paso veo a esa mujer por ahí, pues la desgasto a preguntas”. Pues así fue, me lo sabía de memoria el camino, lo había hecho por google varias veces. Con mi pareja bajamos y dimos con el barranco. Mientras me acercaba a Las Pilas, por el camino hay varias cuevas y entré a ver si una de ellas era la encontrada por Carmen, que ingenuo, ahora me río.




La cuestión es que ese día de lejos observé gente que caminaba y ascendía por un lado del barranco que no era del camino hacia la fuente. Yo sabía que era ella, la melena la delataba. Dudé en mandarle un grito, pero me dije, ¿y qué le vas a contar, qué le vas a decir desde aquí abajo? 

Por aquella época ya se estaba conformando el grupo de personas que iban a formar parte del equipo. Un grupo de 25 afortunados que iban a colaborar en ese proyecto. Creo que quedaban sólo unas cuantas plazas que cubrir para llenarlo.

Nada, a mi llegada a la fuente, creo que como a todo el mundo me encantó el entorno, y las pilas en sí. Es un lugar mágico. Pero mi sorpresa fue mayor al encontrar sobre una piedra una gorra que estaba seguro le pertenecía. Se la había visto puesta en muchas fotos. Me la puse y me saqué una foto con ella. Pensé en buscarla y entregársela, pero observando el entorno, con lo grande que es, desistí. Lo que si hice fue dejarla dónde mismo, con una nota dentro, haciéndole un guiño a mi interés en querer formar parte de ese proyecto que sin saberlo estaba formando parte importante en mi vida.

Fueron muchas las risas y vacilones con la gorra puesta en las fotos de facebook. Pero al final se me concedió la oportunidad de mi vida. Rebozaba de alegría.

Ya estaba enfrascado todos los días de Dios en este tema, debatiendo, discutiendo, opinando y participando. 

Con el paso del tiempo, surgió la idea de reunirnos todos los que conformábamos el grupo de los veinticinco. Y se decidió vernos en un asadero en Las Lajas, en dónde nos reuniríamos y pondríamos cara uno a uno, a esas personas que sólo nos conocíamos de manera virtual. Lo pasamos genial. Parecíamos un grupo unido y consistente. Eso, parecíamos. 

Con el paso del tiempo se nos aplicaron puestos para los que íbamos a formar parte de ese grupo para el día de mañana, para después de la Rueda de Prensa. Todos estábamos eufóricos imaginándonos esos días de futura gloria formando parte de ese proyecto en defensa de nuestra tierra. Estábamos orgullosos y felices. Al menos yo.

Pero como dije más atrás, parecíamos un grupo. Porque realmente no lo éramos. 

Lo que vino a continuación fue un devenir de abandonos, de traiciones, de chivatazos y de puñaladas traperas de quienes poco a poco, iban dejando de formar parte del mismo, disgregándose aquella foto de Las Lajas en fragmentos más pequeños. 

Tanto así, que más de una quinta parte de los de allí, se destaparon y enseñaron su real faz, la cual sorprendió a muchos y a otros menos. A mí en concreto me dolió la de una persona y me sorprendió la de otra, pero el tiempo cura todas las heridas y si así fue, es porque debió ser. 

Todas esas traiciones y chivatazos iban de la mano con las diferentes excursiones de entrenamiento que nos ofrecieron hacer para que sirviesen de práctica y así valorásemos el trabajo ingente, meticuloso y complicado que a diario hacían los que formaban parte del equipo que ya se encontraba trabajando. Repito, se nos ofreció, no era una obligación. Yo lo vi como una oportunidad, como un regalo.

Casi en cada excursión cada abandono, y en cada expulsión mil excusas y mil mentiras. ! ASÍ ESTABA EL PATIO!

En cada excursión andábamos como locos buscando y buscando y nunca encontrábamos nada. Pero nada. Pero absolutamente nada. Éramos un desastre. Un desastre acatando órdenes y un desastre impartiendo órdenes por quienes las daban. 

Estábamos hundidos. Nadie aprendía nada. Constantemente, al día siguiente de cada excursión de entrenamiento se nos corregía nuestra actitud, nuestro olfato y nuestras formas. Pero nada, seguíamos haciéndolo fatal. Cada excursión era como una montaña rusa de sentimientos, de euforia y de decepciones, con uno mismo y con otros compañeros que quizás no ponían de su parte para avanzar en su formación. 

Y seguían los chivatazos y las puñaladas. Hasta tal extremo fueron esos chivatazos, que en ocasiones nos tiraron piedras desde lo alto de un barranco a los que allí estábamos. Aquello fue un antes y un después en todo lo que aconteció. La cosa era muy seria. Una pedrada desde lo alto de un barranco podría matar a una persona en el acto. Era una situación inadmisible. 

Sabíamos que de entre todos los que formábamos el grupo habían traicioneros, y como no, las cábalas comenzaban. Nadie estaba libre de sospecha. Se sospechaba de mí también, por supuesto, y lo de “topito” y demás adjetivos se quedaron ahí. Yo creo que mejor que levantar sospechas sobre los compañeros, que así se quitaban las sospechas sobre ellos mismos, hubiese sido mejor haberse quitado de en medio y dejar que todo fluyera a dónde tenía que ir. Al final todos los que la han hecho están fuera. 

Y seguían cayendo los traicioneros y seguían atrasándose las ruedas de prensa y seguían cayendo los ánimos de los que quedábamos. El equipo era implacable. Quien la hacía ¡fuera! 

Llegó un momento que para muchos era un sinfín de excusas ir a las excursiones, que si tengo una comida familiar, que si tengo una comunión, que si un cumpleaños, que si tengo un familiar enfermo, que si tengo que pintar, que si el abuelo. No sé, se puede faltar, pero, ¿tanto?.
Cosa que nunca comprendí. Porque otros movíamos cielo y tierra para estar ahí. Para ir y montarnos en esa montaña rusa. Queríamos a toda costa seguir formando parte de todo aquello aunque nos apedrearan.


Como les dije, hubo un punto de inflexión en aquellas fechas ya que en una de las excursiones fue singular, se nos pidió que procurásemos ir todos y quedó claro el compañerismo que existía, los subgrupos y los vicios, se dejó claro también, la torpeza a la hora de caminar por parte de muchos enmascarada con las excusas varias para no participar en las excursiones. 

Seguían las expulsiones y seguían las ganas de seguir queriendo formar parte los que quedábamos. 

Pero las excursiones aminoraron y con ellas los comentarios de muchos. Hasta tal extremo llegó la situación de excusas de por qué la gente no comentaba, que Carmen Dolores decidió defender ella sola este proyecto como siempre lo hizo, sin tapujos, con uñas y dientes. Y es que realmente no dábamos sino problemas. ¿Pero qué demonio de equipo éramos?. Vergüenza dábamos. ¿Qué pensaría toda esa gente que iba a poner sus dineros en esta apuesta por devolver la verdad de un pueblo al ver que la gente por la que ellos habían apostado estaban haciendo lo descrito?

Lástima de equipo, del que por supuesto me incluyo. Aunque en su momento esa misma frase me dolió mucho de quien la pronunció, pero fue verdad, yo no lo veía como hoy lo veo. La distancia madura la percepción de las cosas. Y por supuesto me costó tremenda 
discusión con Carmen, siempre le he dicho mis pareceres, no estoy orgulloso de las formas, pero así fueron y así se las estoy contando.




Pero el paso del tiempo y “los malos” haciendo de las suyas se fueron aburriendo, ya no se hablaba. Todo se resumía a la dichosa rueda de prensa. Se había perdido el entusiasmo en un proyecto tan bonito por parte de la mayoría. 


El equipo seguía trabajando y aportando semanalmente, por no decir todos los días, diferentes hallazgos que hacían estremecer de alegría a quienes apoyábamos el proyecto y estremecer de risas y burlas a quienes se alimentaban de nuestra dicha. 


Los malos desde el lado oscuro y con la ayuda de los que traicionaban al equipo seguían haciendo de las suyas. Sí, sí, cada vez que alguien se iba, misteriosamente se pasaba al lado oscuro, o ¿realmente nunca dejaron de estarlo?.
Nutriendo su página falsa, de falsos a la bandera de falsos testimonios, creando burla de algo que es tan serio. 
No sólo se decía esto o aquello, sino que la honra de las personas y la dignidad de nuestras parejas se ponían a la palestra. Yo por mi parte siempre he hecho caso omiso a las palabras necias y a las mentiras. Tocaba debate, si contestas das la razón porque te defiendes y si no lo haces, parecía que otorgabas. Tardé en desmentir. Hasta tal extremo llegaron las mentiras que a petición de Carmen Dolores, me dio un ultimátum que, o hablaba yo, o lo haría ella. 

Pero, en un escrito puse en su verdadero sitio toda esa sarta de mentiras. Así lo hice. Sólo me limité a decir la verdad. Y así quedó claro, clarísimo como el cielo de un día de verano.

Cosas como estas eran las utilizadas por el lado oscuro para tratar de conseguir disgregar a las personas que quedaban. 

Mentiras y burlas hacia nosotros ha habido muchas. Y, en concreto, hacia mí. Quizás por ser yo quien las sufría sentía que hubo muchas. Pocos, por no decir nadie del grupo salió a defender a quienes sufríamos los ataques por parte del lado oscuro. 

Como siempre Carmen se echaba al hombro el peso del proyecto. 

Ya no se nos invitaba, casi que por momentos parecía que nos arrastraba. El desinterés de muchos era latente.

El paso de los meses fue haciendo estragos en la mayoría y el desgaste en las últimas excursiones lograba que buscásemos responsables a quienes nos dirigían en nuestras localizaciones, a pesar de que los errores los cometíamos todos. Repito todos. Yo incluido.

Aunque algunos, y sería mentira no decirlo, parecía que no aprendían de los mismos. Quizás por no dar la talla para el puesto que le otorgaron o quizás por no querer darla. 

Y llegó la etapa de los hubo:

Hubo un compañero con el que más lazos estreché en todos esos meses. No sé si por cercanía o por empatía por mi parte, porque nunca me sentí correspondido. 

Con el paso de los meses me di cuenta cómo influía en mis decisiones. Constantemente, que si por qué dijiste esto, por qué escribiste aquello, cómo no contestaste esto, mira lo que hizo aquella, te fijaste como reaccionó aquel cuando…valoraba, juzgaba, cada comentario, cada intervención, me hacía ver que él tenía un lazo más estrecho con la organización, ya que al haber sido puesto como jefe de grupo tenía más información que el resto del grupo. 

Movió bien sus cartas, pero esto no era un juego de barajas. 

Me fue bien hasta ese intervalo de tiempo y me ha ido bien después del mismo, o eso creo, porque en medio no hacía sino enrollarme en problemas y errar en mis maneras, mis formas y demás. 

Era un manipulador, enredador, chivato, correveidiles, hablaba mal de su propia familia y de sus amigos. No se que hacía yo con una persona así. 

No le hago responsable de mis errores, cada uno es responsable de sus actos, pero está claro que no me beneficiaba en nada. 

Nuestra relación personal, fue en deterioro a medida que poco a poco iba descubriendo de qué palo estaba hecho, y no era otro sino del palo de la envidia y de las malas formas. 

A medida que iba en su desenmascaramiento, el iba levantando hacia mí dudas entre los compañeros y demás personas importantes. Yo me enteraba de todo. Fueron varias las discusiones que tuvimos, porque desde que le llevabas la contraria te hacía fos, ya que no comulgaba sino con lo que él pensaba, y ni tan siquiera era capaz de comprender que existían diferentes puntos de vista de lo que él opinaba. 

Me llegó a echar de su casa considerándome “non grato” en ella. Alguna vez dejó caer algo así como, tranquilo que no te voy a pegar, jajajaja…él supo siempre que ningún miedo le tuve. Eso sí, jamás le di la espalda.

Aún así, volví a tratar de solucionar nuestras discrepancias, pero ya nunca nada fue igual. 

Todo ya fue para atrás. El estaba acostumbrado a tener avasallado a quien tenía a su alrededor, creando dependencia para con él, y así controlar a su manada creyendo que era macho alfa.

Después de más de diez excursiones en las que lo hacíamos mal y en las que nos corregían a todos, nuestros errores y viendo que el no se corregía, traté de explicarle cómo yo lo haría, que no era sino repetirle lo que le habían dicho a él, en plan recordándole las cosas (en privado), para que no se lo tomase a mal. Sobrado de inteligencia estaba para dar la talla, pero por algún motivo no lo hizo. 

Le facilitaba su labor, colaborando con su trabajo. Me pidió alguna vez, le imprimiese la zona de trabajo que yo me descargaba por google earth para estudiármela previamente, ya que él sabía que yo me preparaba a conciencia cada vez que sabíamos dónde íbamos a estar. 

Cada vez que yo bajaba a alguien en mi coche o que subíamos la indignación salía a relucir. Con cada viaje el vaso se iba llenando. Ya si que no había vuelta atrás, tuve que enfrentarme a la situación en persona con todos delante y explicarle a la cara que lo hacía mal, porque no era mi parecer unilateral, cansado estaba de escuchar a todo el mundo quejándose por su actitud y nadie daba el paso. Le temían. 

Pero como siempre, es uno el que dice las cosas y el resto se mantiene a la retaguardia aunque opine igual, por si acaso metas la pata. Esta vez me tocó a mí dar la cara. Aparte, también me sirvió para saber quien era cada uno de los allí presentes. Me situación colgaba de un hilo y temí por mi permanencia en el proyecto. Me temblaba el cuerpo entero.

Me hizo cruz y raya. No esperaba menos. 

Yo por mi parte me seguía dirigiendo a él cuando era necesario, el proyecto era lo primero y mis discrepancias con él quedaban aparcadas a un lado en las horas de trabajo. 

Hubo alguna excursión más, pero no logro recordar si una o dos nada más. Todo hay que decirlo y la verdad es que era un tipo fuerte y aunque se estuviese reventando de dolor jamás se quejó. Yo sabía que la agilidad no era la misma, con las piernas hinchadas de las horas de caminatas, porque él estaba operado de algo de circulación, tiraba para adelante como el que más. La verdad es la verdad. Tanto fue así que en la que creo que fue la última excursión, fui yo quien lo esperé hasta el final, acompañándolo en todo el camino, no dejándolo sólo por que se había hecho de noche y la salida era bastante comprometida. 

Todos lo vieron, no lo hice cara a la galería, ni tampoco le hice sentir que yo esperaba por él, lo hice porque en ese momento era un compañero. Y así me hubiese gustado que hicieran conmigo en algún momento. Habrá quien piense lo contrario, pero fue la verdad. Yo podría haber salido pin pan y fuera y no lo hice. 

Ese día, ya en la carretera el hizo un acercamiento de posturas, a la cual no me cerré, pero no fuimos a más. Ya estaba todo claro. 

No estoy orgulloso de esa etapa, pero creo que me fortaleció como persona. 

Pero la situación terminó en que después de su autodespido, se dejaron de hacer excursiones de entrenamiento. Y ahí terminó de decaer el ánimo de muchos.

A rey muerto, rey puesto. Y por su puesto, lo llamé y lo felicité, y me refiero con esto al terrorista de la bomba. Más adelante lo comprenderán (lo de la bomba). Le ofrecí mi ayuda y mi apoyo para lo que necesitase con respecto a su nuevo puesto. Pero éste ni tan si quiera tuvo su oportunidad de ejercer, perdió el Norte en un santiamén, haciéndose portavoz unilateral a motus propio, reclamando al proyecto sus exigencias. 

Siguieron los hubo…

Hubo quienes no quedando contentos con su expulsión trataron de arrastrar a otros mintiendo como bellacos. 

Hubo quien arrastró a otros en sus decisiones, cuán perros obedientes aceptaron las decisiones unilaterales tomadas por el primero, muy triste por cierto y no tanto por quien arrastró sino por la falta de autoestima de quien se dejó llevar por su amistad incondicional.

Hubo quienes sintiéndose desdichados por la decisión tomada para con ellos, amenazaron hasta con explosionar la cueva madre. 

Hubo, peor aún, quien envenenaba los oídos de sus compañeros haciendo caer dudas sobre el resto de los integrantes.

Hubo también quien presumía haber sido elegido por el equipo, menospreciando a quienes habíamos sido seleccionados por Carmen Dolores. 

Hubo quienes dejaron de comentar, de participar y se desvanecieron en la neblina de la red. 

Como ven hubo muchos “hubo”.

Por cierto, después de todo lo acontecido, incluso el primer rey muerto, fue resucitado e invitado a volver, con un “¡sí, coño!”, volvió y… ya nos enteraremos qué fue de él.

Les dije que la rueda de prensa se anulaba y se volvía a fijar y se volvía a anular. Así varias veces. Motivos varios.

No recuerdo cual fue el último anuncio de la rueda de prensa, pero ya va cerca de un año. Tiempo que desde entonces, sin saberlo ha pasado muy rápido. 

Desde que se dejó de participar en nuevas búsquedas, el proyecto no ha parado, el equipo humano que lo conforma es inmenso, nosotros no somos nadie. Sigue y podría seguir sin nosotros. No mandamos nada, no sabemos nada y no nos deben nada. Somos prescindibles. 


Después de varias excursiones a decisión propia y en familia a Las Pilas, me planteé por qué no me proponía seguir participando de las búsquedas que sabía que aún eventualmente hacía Carmen con Angélica. Quizás por cercanía o por confianza en ella, la cuestión es que se seguían encontrando cosas.

Entonces, le pedí a Carmen que por favor le comunicase al equipo mi disponibilidad para lo que hiciese falta, deseoso de poder tener la oportunidad en acompañarlas en futuras localizaciones.

Fui tan feliz el día en que me avisó para la primera de esas búsquedas que no cabía en mi mismo, de lo orgulloso que me sentía. 



Desde entonces, comprendí mejor cómo debía ser un equipo de búsqueda. No era correr a ver quien encuentra algo, era ir juntos, parándonos, descifrando e interpretando el cómo, para qué, por qué esto o aquello, no dando nada por sabido, para que haciendo hipótesis de lo que veíamos nos llevara a dar con lo que buscábamos. Sin prisas, sin apuros. No sólo nuestra historia son momias, cerámicas, pinturas y huesos. Son mucho más cosas, el agua, la tierra, las plantas, la morfología del suelo, etc. 

Han sido unas cuantas esas excursiones y no en todas hemos triunfado, pero los aciertos fueron de mayor porcentaje que cuando íbamos como locos. 

Tirones de orejas también nos hemos llevado, sobre todo yo. Cuando se hacen las cosas mal, lo primero es reconocerlo. ¡Tenemos tanto que aprender!

Está claro que todos estaremos por siempre bajo la sospecha de la honradez, de la confianza, así debe ser. Es muy importante todo lo que hay y lo que se va a destapar para que el equipo se fíe de cualquiera. 

Por último, sabemos que dicha rueda será en breve. Muchos acontecimientos así lo denotan y así está siendo anunciado en repetidas ocasiones por Carmen Dolores.

Así he vivido todo esto, así ha sido mi punto de vista particular.

No ha sido un camino fácil, teniendo que soportar intentos de convencerme que esa mujer estaba loca perdida, que el equipo no existía, que todo era una gran mentira. 

No fue fácil y me imagino que será menos fácil aún a partir de que todo se desvele. Pero ojo, nadie dijo en ningún momento que lo fuera a ser. 

¿Volvería a pasar por todo otra vez?, mil veces sí. 


Quiero agradecer a todos los que me han apoyado en esto y en concreto a mi familia por su discreción. 

Quiero como no, también dar las gracias de antemano a Carmen Dolores por mi oportunidad y al equipo por haberla apoyado en su decisión. Y a ambos a la vez, por haberme orientado cuando me he salido de la senda. Sin Uds. no podría estar aquí. 

Mis más sinceras y humildes gracias. 

Si Dios quiere y Uds. también, pronto nos veremos en la rueda de prensa. Y espero por supuesto, sigan contando con mi pequeña ayuda por el tiempo que quieran. 


Octubre, 2015
José María Álvarez Alonso


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